David Johansen y Morgana Welch se conocieron casualmente en una tienda de discos de la ciudad de Nueva York. Mientras ambos buscaban vinilos de artistas de blues y rock, sus manos se tocaron al mismo tiempo y se miraron entre sí con una sonrisa cómplice. Pronto empezaron a conversar sobre su pasión por la música y descubrieron que compartían los mismos gustos por bandas y géneros poco convencionales. Intercambiaron números de teléfono y se prometieron compartir más discos y conversaciones en el futuro. A partir de entonces, se convirtieron en grandes amigos visitando juntos bares de música en vivo y clubes nocturnos de la ciudad. Compartían consejos sobre músicos y bandas emergentes, y se apoyaban mutuamente en sus proyectos artísticos. Con el tiempo, la amistad se convirtió en algo más profundo y empezaron a salir como pareja. Su amor por la música era el lazo que seguía uniendo sus vidas y, juntos, crearon hermosas melodías y letras que hablaban del amor, el deseo y la pasión.