Davinia y Lawler se conocieron en una cafetería de Madrid mientras compartían una mesa para trabajar. Lawler, viendo que Davinia estaba muy concentrada en su trabajo, no quería interrumpirla. Sin embargo, se percató que en la página que ella estaba escribiendo había unos errores de ortografía. Con la intención de ayudarla, le dejó una nota al lado diciéndole que había visto los errores y que podía ayudarla a corregirlos si quería. Al principio, Davinia se sintió algo incómoda por la nota, pero pronto se dio cuenta de que Lawler tenía buena intención y aceptó su ayuda. Desde ese día, empezaron a trabajar juntos y, con el paso del tiempo, se hicieron muy buenos amigos e incluso colaboraron en proyectos juntos. Años más tarde, se unió a ellos K-C Armstrong, un amigo en común que había estado alejado por un tiempo. Juntos crearon una auténtica familia literaria.
