Debra y Philip se conocieron de manera fortuita en una exposición de arte en Nueva York. Ambos estaban admirando una pintura cuando, sin saberlo, sus manos se tocaron al mismo tiempo para señalar un detalle en la obra. Ambos se miraron a los ojos y sin mediar palabra, sintieron una conexión inmediata. Desde entonces, no han dejado de compartir momentos juntos y cada vez se enamoran más.