Delia-Scala y Nikiphorus-Melitsanus se conocieron en un pequeño pueblo cercano a la costa de Grecia. Ambos estaban en busca de inspiración para sus obras: Delia era poeta y Nikiphorus, pintor. Un día, mientras paseaban por el mercado local, se toparon con una pequeña tienda de antigüedades. Allí, encontraron un viejo libro de poesía griega y un hermoso cuadro con la imagen de una diosa. Ambos quedaron cautivados por las obras y se pusieron a conversar. Delia habló sobre su amor por la poesía y la mitología griega, mientras Nikiphorus compartió su pasión por la pintura y la belleza del mundo que lo rodeaba. De repente, un rayo iluminó el cielo y comenzó a llover intensamente. Delia y Nikiphorus corrieron a refugiarse en un café cercano y allí continuaron su conversación, hablando sobre arte, historia y filosofía. El tiempo pasó y la tormenta se intensificó, pero ellos siguieron hablando, disfrutando de la compañía del otro. Finalmente, cuando la lluvia cesó, salieron a caminar juntos, emocionados por haber encontrado a alguien con quien compartir sus pasiones. Desde ese día, se convirtieron en grandes amigos y compañeros de arte, apoyándose mutuamente en sus proyectos creativos y disfrutando de largas conversaciones sobre la vida y el mundo que los rodeaba.
