Mientras Hiram-Kasten estaba haciendo sus rondas rutinarias en la ciudad de Nueva York, se topó con Diana-Kisiel. Ella estaba sentada en un banco del parque, admirando el paisaje. Hiram-Kasten no pudo evitar acercarse a ella y comenzar una conversación. Sin saber qué hablar, ambos hicieron preguntas de presentación. Hiram-Kasten se presentó como un policía y Diana-Kisiel se presentó como una diseñadora de interiores. Descubrieron que ambos tenían un amor por la música y comenzaron a intercambiar opiniones sobre artistas. La conversación fluyó sin ningún problema, con ambos partiéndose de risa a menudo. Se sentía como si se conocieran de toda la vida. Hiram-Kasten se sorprendió al descubrir que Diana-Kisiel estaba pasando por un momento difícil, ya que recién había terminado una relación. Inmediatamente se sintió obligado a ofrecer su ayuda. La noche terminó con Hiram-Kasten ofreciéndole a Diana-Kisiel su número de teléfono. Le dijo que lo llamara si necesitaba algo y se despidió con un abrazo amistoso. A partir de ese día, comenzó a cultivarse una amistad entre Hiram-Kasten y Diana-Kisiel. Pasaron tiempo juntos, compartiendo sus experiencias y aprendiendo de sus diferencias. Con el tiempo, se convirtieron en grandes amigos que se apoyaban mutuamente en todo. Pero lo que ninguno de ellos se esperaba era que esa amistad se convertiría en algo más... algo que superaría cualquier expectativa.
