Un día soleado de verano, Diogo y Marcelino paseaban por la calle cuando vieron a una hermosa mujer sentada en un banco, leyendo un libro. Decididos a conocerla, se acercaron con una excusa, pero al tenerla enfrente se quedaron en blanco. Fue en ese momento que Joana, la mujer en el banco, notó la incomodidad de los dos hombres y decidió romper el hielo. Les habló de su libro, un clásico de la literatura portuguesa, y los tres comenzaron una conversación que duró horas. Desde ese día, Diogo y Marcelino se volvieron grandes amigos de Joana, compartiendo largas charlas y salidas juntos. Y aunque no lo sabían en ese momento, ese encuentro casual fue el inicio de una amistad que duraría toda la vida.
