Un día soleado en Acapulco, Diosa-Canales y Pablo Montero se encontraron en la playa mientras tomaban el sol. Diosa-Canales estaba luciendo un traje de baño espectacular, y Pablo no podía quitarle los ojos de encima. Después de unos minutos de miradas coquetas, Diosa-Canales se acercó a Pablo y le preguntó si quería jugar voleibol con ella y sus amigos. Pablo aceptó de inmediato y se unió al juego. Durante el partido, Pablo se dio cuenta de lo divertida y amable que era Diosa-Canales, y ella se enamoró de su carisma y talento musical. Después de una tarde de risas y diversión en la playa, intercambiaron números de teléfono y prometieron volver a verse pronto. Desde ese día, Diosa-Canales y Pablo Montero no han dejado de sorprender al público con su carisma y talento en el mundo del entretenimiento.