Doris-Pawn y Samuel-William-Dunaway se conocieron en una galería de arte en el centro de la ciudad. Doris estaba admirando una pintura abstracta cuando Samuel se acercó y comenzó a hablar de la sutileza del uso del color en la obra. Doris quedó impresionada por el conocimiento de Samuel y comenzaron a conversar sobre su amor por el arte. Descubrieron que ambos eran artistas y comenzaron a intercambiar ideas y hablar de sus proyectos. La conversación fluyó tan naturalmente que se dieron cuenta de que habían pasado varias horas juntos y que la galería estaba a punto de cerrar. Intercambiaron números de teléfono y acordaron reunirse para trabajar en conjunto en un proyecto de arte en el futuro cercano. Desde ese día, Doris y Samuel se convirtieron en amigos cercanos y colaboradores artísticos.
