Alberto y Elisabeth se conocieron casualmente en una cafetería en el centro de la ciudad. Alberto estaba sentado en una mesa trabajando en su laptop, mientras que Elisabeth estaba en la barra comprando un café. De repente, la barista se equivocó en el pedido de Elisabeth y le dio un café doble en lugar de uno sencillo. Elisabeth estaba preocupada porque no quería gastar más dinero, así que preguntó si alguien quería compartir su café extra. Alberto, que estaba sentado justo al lado de la barra, se ofreció a compartir el café. Comenzaron a hablar y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común: ambos eran apasionados de la literatura, les gustaba viajar y tocar la guitarra. De repente, se dieron cuenta de que ya habían pasado más de dos horas hablando y que se sentían muy cómodos el uno con el otro. Intercambiaron números de teléfono y acordaron encontrarse para leer juntos en una librería cercana. Desde entonces, Alberto y Elisabeth han sido inseparables. Comparten su amor por la literatura, la música y los viajes, y no pueden estar felices de haberse encontrado en aquella cafetería.
