¿Quién queda con quien?

Ernest Hemingway y Lillian Hellman

¿Cómo es la relación entre...?

¿Están juntos...?

Ernest Hemingway y Lillian Hellman nunca tuvieron una relación romántica, sino más bien una amistad compleja y conflictiva que duró varios años. Se conocieron en la década de 1940 en Cuba, donde ambos vivían en la misma comunidad de expatriados estadounidenses. Hellman era una dramaturga y escritora aclamada, conocida por obras como "La loba" y "La calumnia", mientras que Hemingway era uno de los escritores más famosos de la época, autor de clásicos como "El viejo y el mar" y "Por quién doblan las campanas". A pesar de sus diferencias de personalidad y pensamiento, Hemingway se sintió atraído por el talento de Hellman y la invitó a formar parte de su círculo social en La Habana. Comenzaron a pasar tiempo juntos, compartiendo comidas y conversaciones, e incluso trabajaron juntos en una obra de teatro que nunca llegó a concretarse. Sin embargo, la relación entre ambos comenzó a agriarse cuando Hellman se involucró en la política izquierdista de la época. Hemingway era conocido por sus simpatías hacia el comunismo, pero también por su aversión a los seguidores más radicales de esa ideología. Hellman, por su parte, era una defensora apasionada de la causa comunista y participó activamente en la lucha contra el macartismo y la caza de brujas en Estados Unidos. A medida que la Guerra Fría se intensificaba y la paranoia se apoderaba del país, Hemingway y Hellman comenzaron a distanciarse cada vez más. Hemingway se volvió cada vez más crítico con las ideas políticas de Hellman y la acusó de traicionar los valores de la democracia al apoyar un régimen totalitario como el soviético. Hellman, por su parte, se sentía profundamente ofendida por las críticas de Hemingway y lo acusaba de intolerancia y de no querer ver las injusticias del capitalismo. A pesar de todo, la amistad entre Hemingway y Hellman nunca se rompió por completo y siguieron manteniendo contacto esporádico durante los años siguientes. Hemingway incluso le dedicó un capítulo de su obra "París era una fiesta" a Hellman, reconociendo su talento como escritora y su valentía como activista política. En resumen, la relación entre Ernest Hemingway y Lillian Hellman fue una mezcla de admiración, rivalidad y desencuentros políticos que reflejaron las complejidades de la época en que vivieron. A pesar de las diferencias, ambos se respetaron como artistas y continuaron influenciando la cultura y la política durante décadas.