Un día soleado en Buenos Aires, Gabriel y Martina se encontraron mientras esperaban el mismo autobús. Gabriel, un artista callejero, llevaba su guitarra y cantaba algunas canciones. Martina, que había dejado su libro en casa, escuchaba atentamente. Después de intercambiar algunas palabras, decidieron tomar un café juntos y conocerse mejor. Mientras tanto, Eugenia y Lemos se conocieron en una fiesta del club nocturno. Eugenia, que era muy extrovertida, se acercó a Lemos y le preguntó si quería bailar con ella. Lemos, un amante de la música electrónica, se dejó llevar por el ritmo y bailó con ella toda la noche. Desde entonces, se convirtieron en inseparables, demostrando que la música y el baile pueden unir a las personas.