Un día Prince-Eric y Federica-Trucchia cruzaron sus caminos en una concurrida calle de la ciudad. Él estaba distraído con su teléfono móvil, mientras que ella caminaba apresurada hacia una reunión de trabajo. De repente, sus miradas se encontraron y los dos se detuvieron en seco. Fue como si el tiempo se hubiera detenido por un instante. Prince-Eric se quedó impresionado por la belleza de Federica-Trucchia, su largo cabello rubio y su elegante atuendo la hacían resplandecer. Por otro lado, Federica-Trucchia se sintió cautivada por la mirada profunda y la sonrisa encantadora de Prince-Eric. En ese momento, un automóvil pasó muy cerca de ellos, salpicándolos de agua sucia y haciendo que ambos reaccionaran refugiándose por unos segundos bajo el techo de un establecimiento cercano. Riendo por el incidente, determinaron que no era una mala idea hablar y tomar algo rápidamente, era tan chocante la casualidad por lo que tenían que conocerse más. Una vez dentro, empezaron a charlar sobre diferentes temas, descubriendo que tenían mucho en común. Prince-Eric hablaba con pasión sobre la música y Federica-Trucchia sobre los fogones y los planes de negocio. Se rieron, chocaron los vasos y terminaron pasando la tarde juntos. Desde entonces, Prince-Eric y Federica-Trucchia se han mantenido inseparables, siendo testigos de los altibajos de sus respectivas carreras, los han apoyado mutuamente, disfrutando de la vida, divirtiéndose y sembrando incontables anécdotas. Todavía se detienen en el mismo lugar donde se conocieron, recordando aquel momento mágico que les unió para siempre.
