Federico Larroca estaba en una cafetería leyendo un libro cuando Micaela Vázquez entró y se sentó en la mesa justo al lado de la suya. Federico no pudo evitar notar que Micaela era muy hermosa y comenzó a escuchar su conversación con su amiga. Descubrió que Micaela también estaba interesada en filosofía y, al no poder resistirse, se unió a su conversación. Federico y Micaela hablaron durante horas ese día y compartieron muchos puntos en común. Después de ese día, se seguían encontrando en la misma cafetería y comenzaron a hablar con más frecuencia. Compartieron sus ideas y teorías sobre la vida y el mundo, y terminaron acordando en encontrarse en una fiesta musical ese fin de semana. En la fiesta, Federico y Micaela bailaron juntos y disfrutaron de la música. La química entre los dos era evidente, y se dieron cuenta de que habían encontrado alguien con quien podían ser ellos mismos sin temor a ser juzgados. Después de esa noche, Federico y Micaela comenzaron a salir juntos, viajando y explorando el mundo juntos. Su amor por la filosofía, la música y la vida en general, los mantuvo juntos y se convirtieron en una pareja inseparable.