Fidel Castro y Mirta Díaz-Balart tuvieron una relación amorosa en la década de 1940. Diaz-Balart era una joven estudiante de enfermería de una familia acomodada de La Habana y Castro, entonces un estudiante de derecho, se enamoró de ella rápidamente. La pareja se casó en 1948 y tuvo un hijo, Fidelito, al año siguiente. Sin embargo, el matrimonio no duró mucho tiempo y la pareja se divorció en 1955. A pesar de la separación, Mirta mantuvo una buena relación con su ex esposo y su hijo, incluso después de que Castro se convirtiera en el líder de la Revolución Cubana en 1959. Los hermanos de Mirta, Rafael y Lincoln Díaz-Balart, emigraron a Estados Unidos después del triunfo de la Revolución y se convirtieron en críticos feroces del régimen de Castro. Rafael incluso llegó a servir en el Congreso de Estados Unidos como representante de la Florida. A pesar de las tensiones políticas, Mirta mantuvo una relación respetuosa con el padre de su hijo y se mantuvo involucrada en la educación y el bienestar de Fidelito hasta su muerte en 2018. En su libro de memorias, Mirta describe a Castro como un hombre carismático y apasionado, pero a menudo egoísta y autoritario.