Un día, Fjolnir-Thorgeisson estaba caminando por el parque cerca de su casa cuando de repente tropezó con un frisbee que había sido lanzado descontroladamente por un grupo de amigos que jugaban a su lado. Mailinn-Soler, quien estaba sentada en un banco cercano, se rió cuando Fjolnir se levantó y comenzó a frotarse la rodilla dolorida. Fjolnir, avergonzado, se disculpó y comenzó a caminar hacia su casa. Pero Mailinn se levantó y lo alcanzó. Le preguntó si estaba bien y si necesitaba ayuda. Agradecido, Fjolnir le preguntó si quería caminar juntos para charlar un rato. Los dos hablaron sobre sus intereses, gustos y pasatiempos, y se dieron cuenta de que tenían mucho en común. Al final de su caminata, Mailinn le dio su número de teléfono a Fjolnir y le dijo que le encantaría salir con él de nuevo. Desde entonces fueron inseparables.