Corrado-Augusta y Francesca-Vacca-Graffagni se conocieron en una cafetería de Milán. Ambos tomaron un pedido equivocado y terminaron intercambiando sus bebidas. Al darse cuenta del error, empezaron a hablar y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. Compartieron anécdotas divertidas, gustos similares y descubrieron que ambas amaban la música clásica. Al final, decidieron intercambiar información de contacto y mantenerse en contacto. Desde entonces, se han convertido en grandes amigos y han compartido muchos momentos especiales juntos.