Francisco-zea y Sherlyn se conocieron en una fila para comprar café en un aeropuerto de la Ciudad de México. Ambos estaban de camino a grabar programas para sus respectivos trabajos en la televisión. Mientras esperaban su turno para pedir su bebida favorita, Sherlyn se percató de que Francisco-zea la estaba mirando con gran atención. Decidió tomárselo con humor y preguntarle si le gustaba lo que veía. Francisco-zea sonrió tímidamente y le respondió que era fan de su trabajo en las telenovelas. A partir de ese momento, iniciaron una conversación amistosa que duró hasta que les tocó su turno de pedir. Tropezaron al salir de la fila, se rieron de la situación y decidieron sentarse juntos a continuación para seguir charlando. El tiempo voló, y lo que iba a ser una conversación de diez minutos se extendió hasta el abordaje de sus vuelos. Desde entonces, se han mantenido en contacto y han forjado una amistad que ha durado más de una década.
