Gabriel Fauré y Emma Bardac tuvieron una relación personal y profesional durante varios años. Emma Bardac era una cantante de ópera y la esposa del banquero y mecenas Paul Bardac. Conoció a Fauré cuando este era profesor en el Conservatorio de París y ella asistía a sus clases de piano. Pronto se hicieron amigos cercanos y descubrieron una afinidad musical. En 1892, Emma Bardac comenzó a tomar lecciones de canto con Gabriel Fauré y su relación se profundizó a medida que trabajaban juntos. Fauré comenzó a escribir música para Emma, incluyendo una serie de canciones que se convirtieron en algunas de las obras más populares del compositor, como "Après un rêve" y "Mandoline". La relación entre Fauré y Emma Bardac se convirtió en algo más que platónico y se rumoreaba que mantenían una relación amorosa. En 1900, se separó de su esposo y se fue a vivir con Fauré. La pareja se mantuvo unida hasta la muerte de Fauré en 1924. La relación entre Fauré y Bardac se convirtió en algo tabú dentro de los círculos musicales de la época y tuvo un impacto en la reputación de Fauré como compositor. Sin embargo, a pesar de las críticas, la relación de Fauré y Bardac se mantuvo estable durante muchos años y su trabajo creativo juntos produjo algunas de las obras más bellas de la historia de la música francesa.
