Gerard-de-Battista y Victoria-Abril se conocieron en un café cercano a la playa en la costa de España. Mientras que Gerard trabajaba en su computadora portátil, Victoria se acercó a él para pedir un favor y le preguntó si podía cargar su teléfono celular en uno de los enchufes libres. Gerard amablemente aceptó y empezaron a hablar. Compartieron sus historias personales y descubrieron que tenían mucho en común, incluyendo su amor por viajar y explorar nuevos lugares. Desde entonces, continuaron visitando el mismo café a menudo y se convirtieron en buenos amigos.
