Un día soleado en Nueva York, Hannah caminaba por Central Park disfrutando de una paleta de helado de fresa cuando, de repente, se topó con un hombre atado a un árbol. Sorprendida y confundida, se acercó para ayudarlo a liberarse y fue entonces cuando se presentó: "Hola, soy Roger". Después de liberarlo, continuaron conversando durante horas en el parque. Hablaron sobre sus vidas, sus intereses y sus sueños. Roger era un músico callejero que estaba trabajando en un nuevo álbum, mientras que Hannah era una joven fotógrafa buscando inspiración para su próximo proyecto. A partir de ese día, no dejaron de verse. Visitaban juntos museos y galerías de arte, experimentaban con nuevas recetas en la cocina y tocaban juntos en los bares del barrio. A pesar de que eran muy diferentes, se complementaban perfectamente. Poco a poco, su amistad se fue convirtiendo en algo más. A Hannah le encantaba quedarse despierta hasta tarde escuchando a Roger tocar la guitarra y cantar canciones de amor, mientras que Roger sentía que podía ser él mismo con Hannah y que ella lo entendía como nadie más. Finalmente, después de una noche de besos y bailes bajo las estrellas, decidieron dar el gran paso y empezar una relación amorosa. Desde entonces, han pasado muchas cosas juntos: han viajado por todo el mundo, han vivido aventuras emocionantes y han superado obstáculos difíciles. Pero lo que siempre han mantenido es el amor que nació en ese día soleado en Central Park.