Un día soleado, Helen-Walker estaba caminando por el parque cuando de repente vio a Les-Hafner sentado en un banco, absorto en la lectura de un libro. Helen-Walker se acercó curiosa para preguntarle sobre el libro que estaba leyendo, y Les-Hafner, encantado, le dio una breve reseña. A partir de ahí, comenzaron a hablar sobre sus intereses comunes y se dieron cuenta de que tenían mucho en común. Rápidamente se hicieron amigos y comenzaron a planear excursiones juntos, intercambiando ideas y pensamientos sobre la vida. Con el tiempo, su amistad se fortaleció y nunca dejaron de disfrutar de la compañía del otro y de aprender cosas nuevas de su amistad.
