En el siglo XVI, el rey de Francia, Enrique IV, tuvo una relación amorosa con Charlotte de Sauve, quien era una de las damas de la corte de la reina Margarita de Valois, esposa de Enrique. Charlotte era conocida por su belleza y habilidad social, lo que hizo que Enrique se interesara en ella. La relación fue muy discreta, ya que Enrique estaba casado y no quería escándalos en la corte. Sin embargo, con el tiempo, la relación se enfrió y Charlotte comenzó a mostrar más interés en otro hombre, lo que enfureció a Enrique. Al parecer, incluso llegó a planear su asesinato, pero finalmente decidió perdonarla y mantenerla cerca como espía. A pesar de estos problemas, la relación entre Enrique y Charlotte se mantuvo cordial y ella siguió siendo una figura importante en la corte francesa. En última instancia, la historia de su romance se convirtió en una de las muchas historias de amor y traición que rodean a la corte de Francia en esa época.
