Un día cálido de verano, Hokushin decidió salir a dar un paseo en el parque. Mientras caminaba, divisó a lo lejos a una misteriosa figura que parecía estar pintando una hermosa obra de arte. Curioso, se acercó y saludó a la figura, quien resultó ser Dominique-Wolf, una talentosa artista que había estado trabajando en su obra durante varias horas. Hokushin quedó impresionado por la habilidad de Dominique-Wolf y la intrincada belleza de su obra, y a partir de ese día, se volvieron amigos y compañeros de arte. A partir de entonces, Hokushin y Dominique-Wolf se embarcaron en una serie de aventuras artísticas, explorando nuevas técnicas y formas de expresión en su trabajo. A lo largo del camino, establecieron una amistad duradera y una colaboración artística que sigue siendo fuerte hasta el día de hoy.