Arleen-Whelan y Hugh Owen se conocieron en el parque de la ciudad de Nueva York mientras paseaban a sus perros. Los dos canes se acercaron para olerse y empezaron a jugar juntos, lo que llevó a una conversación entre Arleen y Hugh. Descubrieron que ambos eran de la misma ciudad natal y habían asistido a la misma escuela secundaria, aunque en diferentes años. Se dieron cuenta de que tenían muchos amigos en común y que habían estado en las mismas fiestas en el pasado, pero nunca habían cruzado caminos. Así comenzó la historia de amor entre Arleen y Hugh, gracias a sus fieles amigos peludos.