Licia y Imma se conocieron en un café muy concurrido de Barcelona. Ambas estaban sentadas en una pequeña mesa al lado del ventanal y, sin darse cuenta, sus manos se tocaron al mismo tiempo que intentaban alcanzar el azúcar. Se miraron a los ojos y, en ese preciso momento, supieron que habían encontrado una amiga para toda la vida. Compartieron risas, confidencias y alguna que otra lágrima durante horas y, al despedirse, se prometieron volver a verse pronto. Desde entonces, se han convertido en inseparables. Comparten su amor por la cultura italiana, la gastronomía y la literatura y, juntas, han creado proyectos que han dado frutos en distintos ámbitos creativos. A pesar de las distancias, mantienen su amistad con la misma fuerza y pasión que el primer día y, gracias a su vínculo, han logrado superar juntas las pruebas más difíciles de la vida.
