Jacqueline y Jean-Claude se conocieron en un día soleado de verano en París. Ambos estaban paseando por el mismo parque cuando se toparon con un carrusel de la infancia. Curiosamente, los dos decidieron subir al carrusel al mismo tiempo y se encontraron sentados uno al lado del otro. Mientras cabalgaban en sus asientos, comenzaron a hablar y se dieron cuenta de que compartían muchos intereses comunes. Hablaron sobre sus viajes, sus trabajos y, finalmente, sobre la música clásica, lo que fue una gran sorpresa para Jacqueline, ya que no conocía a muchos franceses que disfrutaran de la música clásica. Después del paseo en el carrusel, decidieron seguir platicando juntos y se fueron caminando hacia un café cercano. Pasaron horas hablando y riendo juntos, y al final del día, intercambiaron números de teléfono y correos electrónicos. Desde ese día en adelante, Jacqueline y Jean-Claude se convirtieron en grandes amigos y se mantuvieron en contacto regularmente. Incluso comenzaron a asistir a conciertos de música clásica juntos. Y aunque nunca llegaron a ser una pareja romántica, su amistad duró mucho tiempo y su día en el carrusel se convirtió en un recuerdo especial para ambos.
