James Baldwin y Langston Hughes tuvieron una relación complicada. Ambos fueron importantes escritores afroamericanos que lucharon toda su vida contra la discriminación y el racismo. Sin embargo, hubo tensiones entre ellos debido a sus diferencias políticas y estéticas. Langston Hughes era un poeta y escritor reconocido por su compromiso político con la causa afroamericana. Fue uno de los fundadores del Movimiento del Renacimiento de Harlem, que buscaba promover una cultura negra independiente en Estados Unidos. Hughes fue muy influyente en la obra de Baldwin, quien lo consideraba una figura clave en la lucha por la igualdad racial. Sin embargo, Baldwin y Hughes no siempre estuvieron de acuerdo. Baldwin era más crítico con los movimientos políticos de la época y creía que la literatura debía centrarse en la experiencia humana más que en el color de piel. Hughes, por otro lado, creía que la escritura debía ser una herramienta de lucha y de cambio social. A pesar de estas diferencias, James Baldwin reconoció la importancia de Langston Hughes como figura literaria y como símbolo de la lucha por la justicia y la igualdad. En su ensayo "Algo que debe morir", Baldwin escribió sobre Hughes y su poema "Harlem" como una expresión del dolor y la rabia que los afroamericanos sentían por las condiciones de vida injustas a las que estaban sometidos. En resumen, aunque Baldwin y Hughes tenían puntos de vista diferentes respecto a cómo abordar la lucha contra la discriminación racial en Estados Unidos, ambos se respetaron mutuamente y reconocieron la valentía y la importancia del trabajo del otro.