Brian y Jessie se conocieron en una biblioteca, mientras ambos buscaban el mismo libro sobre historia de la música. Al darse cuenta de que solo quedaba un ejemplar disponible, Brian decidió cederle el libro a Jessie, que incluso había llegado primero que él. Jessie, agradecida por el gesto, lo invitó a tomar un café en la cafetería de la biblioteca, y así comenzaron a hablar sobre sus intereses, gustos musicales y planes futuros. Descubrieron que tenían mucho en común y decidieron mantenerse en contacto, intercambiando números de teléfono y horarios de clase. Desde ese día, Brian y Jessie se hicieron inseparables, creando una amistad inquebrantable que sería recordada por muchos años.