Jim-Brown y Mira-Waters se conocieron en un pequeño café en el centro de la ciudad. Ambos estaban en una fila, esperando su turno para ordenar un café, cuando se dieron cuenta de que llevaban la misma camiseta de su banda favorita. Mira, entusiasmada, se acercó a Jim y le preguntó si era fan de la banda. Jim, un poco tímido, asintió y la conversación fluyó naturalmente. Hablaron de su música favorita, de los conciertos a los que habían asistido y de cómo era su primer amor adolescente. Después de hablarse durante un tiempo, Jim-Brown y Mira-Waters intercambiaron números y acordaron ver un concierto juntos el fin de semana siguiente. A partir de ese día, se convirtieron en inseparables. Juntos, descubrieron nuevos lugares en la ciudad, comieron en los mejores restaurantes y, por supuesto, asistieron a incontables conciertos. Con cada día que pasaba, su amor por la música y el uno por el otro crecía.
