Jim Brown y Sally Adams se conocieron en un pequeño café en el centro de la ciudad. Sally estaba sentada en una de las mesas, tomando un café cuando Jim entró en el café. Se fijó en Sally de inmediato y decidió acercarse a hablar con ella. Ambos compartieron un interés en la música y se pasaron más de una hora hablando de sus bandas favoritas y conciertos a los que habían asistido. Al final de la noche, decidieron intercambiar números de teléfono y planear una noche en otra banda que tocaría al lado del río. Después de esa noche, Jim y Sally se convirtieron en inseparables, pasando horas juntos cada vez que tenían la oportunidad. Y así comenzó su historia de amor.