Un día soleado en el centro de Seúl, Hae-In-Jung caminaba apurada intentando no llegar tarde a su reunión de trabajo. Sin embargo, su atención se desvió hacia un grupo de personas que se reunían en un pequeño parque cercano. Curiosa, se acercó para ver de qué se trataba y encontró a Jisoo-Kim, quien hacía una demostración de Taekwondo. Hae-In-Jung se quedó maravillada con las habilidades de Jisoo-Kim y se acercó para felicitarla por su actuación. Jisoo-Kim se sorprendió al ver a Hae-In-Jung pero también se sintió atraída por su energía y belleza. Jisoo-Kim aprovechó la oportunidad para invitar a Hae-In-Jung a unirse a su clase de Taekwondo en su dojo. Durante las primeras clases, Hae-In-Jung y Jisoo-Kim se enfocaron en aprender juntas y pronto se convirtieron en amigas cercanas. La simpatía entre ellas era clara y se sentían cómodas hablando de cualquier cosa, haciendo de sus clases una experiencia agradable y emocionante. Después de un tiempo, las dos tomaron la decisión de competir juntas en el campeonato local de Taekwondo en representación de su dojo. Aunque era su primera competencia, las dos jóvenes se motivaron mutuamente y trabajaron duro para lograr sus objetivos. Al final, Jisoo-Kim y Hae-In-Jung se coronaron campeonas del torneo, demostrando su fuerza, perseverancia y amistad. Este evento se convirtió en un momento crucial en sus vidas, ya que decidieron seguir ayudándose mutuamente a alcanzar sus metas y sueños a través de su pasión por el Taekwondo.
