Hampton-Fancher y Joan-Blackman se conocieron en una cafetería en Los Ángeles, en una mañana soleada de primavera. Él estaba sentado en una mesa trabajando en el guion de su última película, mientras que ella entró por la puerta con un grupo de amigos ruidosos. Con su pelo rubio y su sonrisa encantadora, capturó la atención de Hampton inmediatamente. Sin saber cómo acercarse, observó en silencio mientras ella y sus amigos se sentaban en la mesa de al lado. De repente, Joan notó la presencia del hombre apuesto, y le sonrió. Él no podía creer su suerte, y se acercó a ella para presentarse. Hablaron sobre el clima, la ciudad y sus vidas. Descubrieron que ambos habían trabajado juntos antes, aunque nunca se habían conocido en persona. Pronto, se dieron cuenta de que tenían una química especial, y se volvieron inseparables. Pasaban sus tardes en los mismos cafés, charlando y riendo sin parar. Hampton estaba inspirado por la belleza y la inteligencia de Joan, y ella apreciaba su pasión y creatividad. Fue como si el destino los llevara a ese lugar para conocerse, y nunca volverían a ser los mismos.
