Joan Collins y Jeffrey Hunter tuvieron una relación durante los años 50, cuando ambos eran jóvenes actores en Hollywood. Su romance fue breve pero intenso, y fue una de las primeras relaciones importantes de Collins. Collins y Hunter se conocieron mientras trabajaban juntos en la película "El último hurra" en 1958. A pesar de que Hunter estaba casado en ese momento, la pareja comenzó una aventura amorosa que duró varios meses. Sin embargo, la relación estaba destinada a fracasar, en parte debido a las diferencias culturales. Hunter era un cristiano devoto y Collins era de origen judío, lo que a menudo causaba tensiones entre ellos. Además, Collins se dio cuenta de que Hunter era demasiado inmaduro e inestable emocionalmente para mantener una relación duradera. La pareja se separó poco después de terminar la grabación de "El último hurra". Aunque su romance duró poco tiempo, Collins y Hunter mantuvieron una amistad cordial durante muchos años. Después de la muerte prematura de Hunter en 1969, Collins escribió sobre él en su autobiografía y lo recordó con cariño como un amigo y colega talentoso.
