Joffrey-Lupul había estado en una mala racha desde que se lesionó la rodilla. Estaba experimentando una depresión que no podía sacudirse. Había perdido la confianza en sí mismo y en su capacidad para recuperar su antiguo yo. Un día, mientras estaba en terapia física, una mujer llamada Kristin-Vahl entró en la sala. Era entrenadora personal y había sido contratada para trabajar con Joffrey. Inmediatamente, Joffrey notó su energía positiva y su actitud optimista. Kristin también notó lo triste que estaba Joffrey y se propuso ayudarlo a recuperar su confianza. Trabajó con él todos los días, empujándolo a mejorar y animándolo cuando se sentía abrumado. Con el tiempo, Joffrey comenzó a sentirse mejor consigo mismo y con su recuperación. Kristin se había convertido en una gran amiga y mentora. Juntos, se animaron mutuamente a seguir adelante y nunca dieron por sentado la importancia de cada pequeño paso en el proceso de recuperación. Hoy en día, Joffrey y Kristin siguen siendo amigos cercanos y se sienten agradecidos el uno por el otro por haberse conocido en un momento en el que ambos necesitaban apoyo.