Jonathan Bates y Kristanna Loken se conocieron en una playa solitaria en la costa de California. Jonathan estaba caminando por la orilla cuando vio a Kristanna relajándose bajo el sol. Con una sonrisa amistosa, se acercó a ella y comenzaron a hablar. Descubrieron que tenían mucho en común, compartiendo un amor profundo por el arte y la música. La conversación fluyó entre ellos, y antes de darse cuenta, habían pasado horas conversando sobre todo, desde política hasta cine y literatura. A medida que el sol comenzaba a ponerse, Jonathan invitó a Kristanna a tomar una copa en un bar local, donde continuarían su animada conversación sobre la vida y el mundo que los rodeaba. Esa noche, se dieron cuenta de que habían encontrado un verdadero amigo en el otro. Así comenzó una amistad que continuaría en los años venideros.
