Jordi y María se conocieron en una tarde de verano en una playa de Barcelona. Los dos estaban solos en la arena, disfrutando del sol y el sonido de las olas. De repente, un balón de fútbol voló cerca de ellos y Jordi lo atrapó habilidosamente con las manos. María se rió y le preguntó si jugaba al fútbol, a lo que Jordi respondió que sí y que era su pasión desde pequeño. Decidieron jugar juntos un partido improvisado en la playa y se divirtieron mucho. Después del partido, Jordi invitó a María a tomar algo en una terraza cercana y aprovecharon para hablar sobre sus vidas y aficiones. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y se sintieron muy cómodos el uno con el otro. Desde ese día, Jordi y María no se separaron y comenzaron una bonita relación que siguió creciendo y madurando con el tiempo. Se apoyaron mutuamente en los momentos difíciles y celebraron juntos los éxitos, consolidando así una unión fuerte y duradera.
