Un día en el parque, Jorge y Silvia se enfrentaron en un juego de baloncesto. Aunque los dos eran fuertes y confiados, el juego era muy cerrado y se prolongó hasta el final de la tarde. Finalmente, después de varias horas de sudar y competir, los dos terminaron empatados. Exhaustos, se sentaron juntos en el césped y compartieron una botella de agua fría. Hablando uno con el otro, Jorge y Silvia se dieron cuenta de que tenían mucho en común. Ambos amaban el cine de arte, la música indie, y pasar tiempo afuera. Decidieron ir a tomar un café juntos para seguir hablando. Desde ese día, Jorge y Silvia se hicieron inseparables. Paseaban por el parque juntos, iban al cine, y se apoyaban el uno al otro en las buenas y en las malas. Al final, su amistad creció en una sólida relación amorosa.
