Un día soleado en Río de Janeiro, Guilherme-Duarte y Juliana-Alves coincidieron en una cafetería. Ambos pedían lo mismo, un expreso doble, y casualmente se sentaron en la mesa uno al lado del otro. Al principio, no se hablaban, solo se enfocaron en sus bebidas y en su lectura. Pero algo cambió cuando uno de ellos soltó una risa al leer un artículo en línea. El otro miró la pantalla del ordenador y resultó que estaban leyendo el mismo post de un blog humorístico. A partir de ahí, comenzaron a conversar y a reír juntos. Se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, incluyendo el amor por los gatos y por las películas de terror. Al final del día, intercambiaron números de teléfono y quedaron en volver a encontrarse en la misma cafetería la próxima semana. El resto, como dicen, es historia.
