Jessica-Hahn y K-C-Armstrong se conocieron en una cafetería en Nueva York. Ambos estaban pedidos en su trabajo y habían decidido tomarse un descanso para relajarse. Jessica estaba sentada en un rincón leyendo un libro mientras K-C se acercaba a la barra para ordenar su café. En ese momento, el camarero se equivocó y le entregó el café equivocado a K-C. Él se giró para pedir que lo corrigieran y, sin querer, derramó su café sobre Jessica. Jessica parecía frustrada por su suerte, pero K-C asumió la responsabilidad y se acercó para disculparse y ayudarla a limpiar su ropa. Su timidez se convirtió en una conversación amistosa y se dieron cuenta de que tenían mucho en común. Jessica le explicó que estaba luchando por hacer su sueño realidad de convertirse en actriz y K-C compartió sus propias luchas en el campo de la comedia. De repente, K-C tuvo una idea. Le propuso a Jessica que trabajara juntos en una producción para el teatro. Ella aceptó y, después de varios ensayos y actuaciones exitosas, se convirtieron en amigos cercanos y compañeros creativos de por vida.
