Un día, mientras K-C-Williams caminaba por las calles de Los Ángeles, se tropezó con Randy West, quien se encontraba hablando por teléfono en una esquina. Al verla tambalearse, Randy rápidamente la sostuvo y la ayudó a recuperar el equilibrio. Un poco avergonzada, K-C-Williams agradeció a Randy por su amabilidad. A partir de ese momento, empezaron a conversar y descubrieron que compartían una pasión por el cine y la música. Randy le propuso entonces que trabajara con él en algunas producciones audiovisuales y ella aceptó encantada. Así fue como empezó su colaboración profesional y también su amistad, que se fortaleció con el tiempo y se convirtió en una alianza artística duradera.