Un día, mientras Billy Zane paseaba por las calles de Londres, se topó con Kate Moss en una pequeña tienda de antigüedades. Al principio, ninguno de los dos se reconoció, pero pronto empezaron a charlar sobre los objetos curiosos que había en la tienda. Fue entonces cuando Billy le ofreció a Kate un collar de perlas que había llamado su atención. Kate, encantada con el regalo, decidió invitar a Billy a tomar un café en un pequeño café cercano. La conversación fluía con naturalidad, y ambos descubrieron que compartían muchas aficiones. Así, de manera espontánea, decidieron pasar la tarde juntos, visitando museos y galerías de arte. Al final del día, se despidieron con un abrazo y la certeza de que habían hecho una nueva amistad. Desde entonces, Billy y Kate han mantenido el contacto y han compartido muchas aventuras juntos.
