Martha Jenkins y Keith Washington se conocieron por casualidad mientras caminaban por el mismo parque en diferentes direcciones. Al encontrarse en una intersección, se tropezaron y todo lo que llevaban en sus manos se desparramó por el suelo. Se miraron fijamente y, después de recoger sus pertenencias, comenzaron a hablar. Resultó que ambos estaban paseando solos, así que decidieron caminar juntos para pasar el tiempo. Durante su caminata, se dieron cuenta de que tenían muchos intereses en común y que podían aprender mucho uno del otro. Al final del día, intercambiaron números de teléfono y prometieron mantenerse en contacto. Desde entonces, han sido inseparables.
