Un día, Kelly Osbourne estaba caminando por las calles de Los Ángeles, cuando de repente escuchó música a todo volumen. Curiosa, se acercó a una casa y vio que era una fiesta. Decidió entrar y ahí fue donde se encontró con Jonathan Pierce, el DJ encargado de poner la música. Kelly y Jonathan rápidamente encontraron una conexión en su amor por la música y pasaron la noche hablando y bailando juntos. Desde ese día, Kelly y Jonathan se hicieron buenos amigos y comenzaron a colaborar en proyectos musicales juntos, su amistad nunca se rompió.