Un día soleado en el parque, Dorali-Dossantos y Kevin-Hagen se encontraron por casualidad en un juego de fútbol improvisado. Dorali, llena de energía y pasión por el deporte, estaba liderando el equipo en una acérrima batalla contra los otros jugadores del parque. Kevin, no podía evitar sentirse atraído por la intensidad y la habilidad de Dorali mientras corría y hacía malabares con el balón. Sin pensarlo dos veces, se acercó al grupo y ofreció unirse al equipo de Dorali. A partir de ahí, se convirtieron en inseparables, compartiendo su amor por los deportes y la vida en general. Juntos, conquistaron muchas victorias en el campo de juego y construyeron una amistad que perduró por años.
