David y Kim se conocieron de manera fortuita en un parque de la ciudad, mientras ambos paseaban a sus perros. Al intersectar sus caminos, los animales empezaron a ladrarse y los dos dueños se acercaron para separarlos. Luego de tranquilizar a los perros y conversar un poco, se dieron cuenta de que tenían varios intereses en común y decidieron intercambiar números telefónicos para planear una salida al cine. A partir de ese día, se convirtieron en grandes amigos y comenzaron a compartir aventuras juntos.