Joan y Kirby se conocieron en un día soleado de verano en una cafetería en el centro de la ciudad. Joan estaba sentada en una mesa disfrutando de su café cuando de repente se le derramó encima. Kirby, que estaba en la mesa de al lado, la observó y se apresuró a ayudarla. Después de ofrecerle servilletas y disculparse por su torpeza, Kirby y Joan empezaron a platicar. Descubrieron que compartían muchos intereses y gustos en común. La conversación fluía fácilmente y ambos se sentían muy cómodos hablando el uno con el otro. Después de intercambiar números de teléfono, comenzaron a salir regularmente. Fueron a museos, conciertos, restaurantes y lugares interesantes en la ciudad. Ambos se divirtieron mucho juntos y cada vez se iban conociendo más y más. Hoy en día, Joan y Kirby son inseparables y siempre se apoyan el uno al otro en todo lo que hacen. Su amistad comenzó por un simple derrame de café, pero se ha convertido en una amistad inquebrantable y llena de aventuras.
