Konstadinos y Marianna se conocieron en un café del centro de Atenas. Coincidieron en la barra mientras pedían su café y, al darse cuenta de que ambos hablaban el mismo idioma, comenzaron a hablar. Konstadinos se sintió atraído por la belleza y la inteligencia de Marianna, y ella se enamoró de la pasión y la energía de Konstadinos. Después de un rato hablando, Konstadinos invitó a Marianna a dar un paseo por la ciudad para mostrarle algunos de sus lugares favoritos. Marianna, divertida por la idea, aceptó y juntos pasaron horas caminando por Atenas, hablando sobre sus vidas, sus intereses y sus sueños. A medida que la noche caía, Konstadinos llevó a Marianna a un restaurante cercano y juntos compartieron una cena deliciosa. Durante la cena, Konstadinos se dio cuenta de que había encontrado a alguien especial en Marianna, alguien con quien quería pasar más tiempo y estar cerca. Después de la cena, Konstadinos y Marianna caminaron por las calles de Atenas juntos, abrazados y hablando de cómo habían llegado a conocerse. A partir de ese día, Konstadinos y Marianna se convirtieron en inseparables, construyendo su relación sobre una gran amistad, un amor mutuo por la cultura y la historia de su país, y un sincero deseo de estar juntos para siempre.