Miguel y Laura se conocieron en una feria de arte moderno en Madrid. Mientras exploraban las instalaciones, se toparon con una pintura abstracta que los dos parecían no entender. Miguel se acercó a Laura y le preguntó si ella creía que la obra tenía un significado oculto, y ahí fue donde todo empezó. La conversación fluyó naturalmente entre ellos, compartiendo sus opiniones y puntos de vista sobre la pieza y otros trabajos que vieron en la feria. Miguel vio en Laura una pasión por el arte que lo cautivó y Laura encontró en Miguel una mente creativa curiosa que la intrigaba. Después de pasar varias horas juntos explorando la feria, finalmente intercambiaron números de teléfono y acordaron encontrarse de nuevo para tomar un café y charlar sobre arte. Así comenzó su historia de amor, fundada en sus pasiones compartidas y un intercambio mutuo de ideas y emociones.
