Eva-Noblezada y Leo-Roberts-I se conocieron por casualidad en una cafetería del centro de Nueva York. Eva estaba allí con sus amigos, disfrutando de un café y discutiendo sobre su último proyecto teatral. Leo, por su parte, estaba sentado en una mesa cercana, leyendo un guión y tomando notas. De repente, Eva notó que Leo la miraba fijamente y sintió como si hubiera una extraña conexión entre ellos. Decidió acercarse y presentarse, y Leo respondió con una sonrisa amistosa. De inmediato, comenzaron a conversar animadamente sobre sus experiencias en el mundo del espectáculo. A partir de ese encuentro fortuito, Eva y Leo se hicieron amigos cercanos y aliados en la industria teatral. Trabajaron juntos en varios espectáculos y se apoyaron mutuamente a lo largo de sus carreras, demostrando que la magia del teatro no solo ocurre en el escenario, sino también en momentos imprevistos y mágicos como el día en que se conocieron en esa cafetería.