Un día soleado, mientras Liliana paseaba por la playa, tropezó accidentalmente con una piedra y se torció el tobillo. Paulo, quien estaba disfrutando del día con amigos cercanos, notó y corrió hacia ella para ayudarla. Después de asegurarse de que su tobillo estaba bien, Paulo le ofreció llevarla a tomar algo y así poder continuar con su día juntos. A medida que conversaban, la química entre ellos crecía y se encontraban cada vez más interesados en conocerse mejor. Pronto se dieron cuenta de que compartían muchos intereses y valores similares, lo que convirtió su encuentro en algo más. Desde ese día, Liliana y Paulo han sido inseparables, disfrutando juntos de cada momento que la vida les tiene reservado.
